Desde Zoorprendente os traemos la historia de Bolinha, que fue abandonada en una gasolinera en un camino rural del oeste de Brasil.
Llevaba varios años viviendo en la calle, en medio de la miseria, sobreviviendo entre los conductores que paraban a repostar. Mucha gente, en lugar de preocuparse por su salud, la miraba con indiferencia y apenas la alimentaba con las sobras de la cafetería.
La alimentación poco saludable acabó afectando a la perrita de 9 años hasta tal punto que poco a poco llegó a una preocupante obesidad mórbida. Lamentablemente, nadie tuvo cuidado con su dieta.
La pobre llegó a pesar aproximadamente 40 kilos.
En ese momento, muchos lugareños solo acudieron al lugar para conocer a la famosa “perro pelota”, pero nadie se molestó en buscar su ayuda.
Con su nueva alimentación, los ejercicios y sobre todo el cariño que recibió, en menos de un año de ser rescatada ha perdido hasta el momento más de 15 kilos, lo cual es muy favorable para su salud.
En los próximos días planean lograr perder 15 kilos más para alcanzar la meta propuesta del peso deseado para contribuir a su buena condición física.
Es impresionante ver su transformación, no hay duda que logrará el objetivo. Con tanta voluntad y con el apoyo del equipo de rescatistas que con tanto amor la cuidan, alcanzará el peso y la salud esperados.
La verdad es que ahora es una perrita alegre y tierna que sonríe todo el tiempo.
Y lo mejor de todo es que será adoptada por uno de los activistas que la rescató.
La batalla de Bolinha por perder peso y su transformación “increíble como un zoológico” están inspirando a personas de todo el mundo.
Esperamos que pase sus años dorados en la comodidad de su hogar y que nunca más tenga que ser víctima de la risa y el abandono de la gente.
¡Estamos muy orgullosos de ti, Bolinha!
Bolinha se convirtió en una especie de “atracción local”, siendo muy llamativo por su peso. Lo que hizo que muchos se echaran a reír apenas lo vieron y se dedicaron a tomarle fotografías para difundirlas en las redes.
Bolinha necesitaba atención, para ella no era divertido ser una “pelota” como la bautizaron.
Además, su estado de salud no era nada adecuado. La pobre muchacha anhelaba mucho el amor.
Un día, el perro, desconsolado por tantas burlas, se arrastró hasta un depósito de chatarra y dejó de moverse por completo.
Fue entonces cuando unos activistas animalistas de un pueblo cercano se apiadaron de ella y decidieron intervenir.
Lo encontraron entre los escombros, detrás de la estación de servicio.
Cuando la encontraron sobre el montón de escombros, no podía ni caminar y tenía grandes dificultades para respirar.
Desde ese momento la atendieron y la trasladaron a la Organización de Protección Animal (OPA-MT).
Quizás le dieron el primer baño que había tenido y disfrutó muchísimo la experiencia. Finalmente se sintió protegida, no tenía hambre de comida, estaba desnutrida de cariño y cariño.
Disfrutó agradecida de su primera sesión de agua limpia cayendo sobre su cuerpo.
Aunque le iba muy bien, tuvieron que regular su peso para que pudiera seguir viviendo sano durante muchos años.
Era urgente perder esos kilos que la atormentaban.
Fue todo un desafío para el equipo que la atendió, pero asumieron el desafío de ayudarla. Tenía que hacer ejercicio diariamente caminando para aliviar la tensión en sus articulaciones.